ANTONIO JOSÉ CANCHILA GARCÍA.
Los mamomeros esperan un fuerte aguacero que les calme la sed. |
Amanecía
en el oriente se veía
que los rayos del sol despedían
las últimas sombras de la noche
Hacía tiempo no llovía
continuaba la sequía
y en toda la región
ya se morían los montes
Amanecía y el cielo seguía despejado
en el rostro de la gente se marcaba el desespero
pero en el pueblo seguían esperanzados
porque cambiara el tiempo y reventara un aguacero.
en el oriente se veía
que los rayos del sol despedían
las últimas sombras de la noche
Hacía tiempo no llovía
continuaba la sequía
y en toda la región
ya se morían los montes
Amanecía y el cielo seguía despejado
en el rostro de la gente se marcaba el desespero
pero en el pueblo seguían esperanzados
porque cambiara el tiempo y reventara un aguacero.
Son las estrofas de una canción interpretada por Diomedez
Díaz, pero también es el vivo retrato de la situación que a diario y durante
años, han vivido los habitantes de El Mamón. Sus rostros siempre esperanzados
de un aguacero, o como ellos mismos dicen “que caiga algo de arriba, porque de
los tubos no sale ni gota”.
La razón de esta cruda realidad a la que tiene que
enfrentarse los mamoneros, es simple: negligencia del estado, que para ellos
(como para la mayoría de poblaciones de esta zona) parece que no existiera.
En octubre del año pasado cuando salieron a votar, no lo
hicieron por x o y aspirante, no. Los mamoneros y mamoneras, salieron a votar
por el agua. Esa fue la promesa de todo los “politiqueros”, que disfrazados de
políticos, se aprovecharon de la sed y el desespero de esta población para
llegar al poder y luego si olvidarlos como siempre.
La situación en la actualidad, cuando han transcurrido seis
meses de la actual administración es desoladora. Epidemias de diarrea, casos de
desnutrición e infecciones epidérmicas abundan en los habitantes de El Mamón
que a solo diez minutos de Corozal y quince de al capital sucreña, viven como
en un desierto.
De los pocos “pozos” (cuerpos de aguas dispuestos para el
consumo animal) se valen para satisfacer las necesidades que padecen por la
falta del preciado liquido, de allí los brotes de sarampión y hepatitis que se han venido presentando
sobre todo en la población infantil, que es la más los más vulnerable.
Lo peor de todo, señalan los mamoneros, es que las
posibilidades de solución del problema no están lejos del alcance de la
alcaldía, pues por las polvorientas resecas calles de El Mamón atraviesan los
tubos que abastecen de agua a algunos barrios de Sincelejo y a escasos metros
en Pileta el agua es permanente. Es
triste, esto evidencia que lo que falta es gestión, la gestión de un
representante de esta comunidad que estando en el consejo o pudiendo hablar
desde la junta de acción comunal se vende para ganar cuotas burocráticas aunque
tengan que morir mendigándole agua a los pileteros.
Hace unos meses el
alcalde de Corozal, Eduardo “El Parie” Gonzales, mojo prensa para decir a la
opinión pública que el problema de acueducto de El Mamón estaba solucionado…
solucionado su futuro y el de su familia, pero el de los mamomeros es cada vez
más incierto.
Ahora el agua que hace algún tiempo llegaba cada mes, solo le
llega a unos cuantos y mientras la mayoría de la población trata de sobrevivir
sin el vital elemento. “La situación es cruel, yo mejor paso hambre y no sed”,
me comenta un mamonero, a la vez que encilla su burro sediento, y le monta unos
tanques para arriar agua de Pileta, para por lo menos cocinar con agua limpia.
La solución está en manos de la alcaldía, una buena gestión
podría dar fin a este cuadro desolador, que ahora deja a esta población pujante
sin su principal fuente de ingresos la agricultura, “ni de arriba ni de abajo”
les llega agua para regar los cultivos y los dineros que prestaron para la
siembra están expuestos a perderse o a la espera de que una voz se levante y
como oasis en el desierto aplaque la sed que tiene El Mamón.
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