Foto: Luis
Herrán Los vecinos del Puerto conviven
con el ruido y las constantes bocanadas de humo de las grúas de cargue y
descargue.
ANTONIO CANHILA GARCÍA
PERIODISMO ECONÓMICO
Colombia firmó uno de los Tratados de Libre Comercio (TLC)
más esperados en toda la historia del país. “El TLC con los Estados Unidos,
zarpó a puerto seguro” y según lo demostrado por los primeros estudios ya se
vislumbran los logros de este acuerdo comercial que ha hecho centrar la mirada
del Gobierno en los principales puertos, que serán la plataforma propicia para
iniciar las exportaciones.
En Buenaventura, Barranquilla, Santa Marta y Cartagena, el
panorama de unos cuanto se vislumbra prometedor en materia de generación de
empleos directos e indirectos y de expansión del comercio, pues esperan que la
ubicación de los puertos en estas ciudades se traduzca en avance en materia de
vías, turismo y sobre todo en dinero.
Aunque parezca atrevido ya el Gobierno han hecho el balance
de los cien días que van desde la entrada en vigencia del TLC. Según un informe
del Ministerio de Comercio, “el producto más exportado durante los primeros 100
días del TLC con Estados Unidos ha sido el oro. Le siguen productos como café y
carbón. Las ventas de oro hacia el país norteamericano, aumentaron en un 66%;
las de petróleo y carbón, en 39 por ciento, y los químicos aumentaron en un
1.700%”.
Todo lo anterior suena aún más atrevido si hacemos un
estudio específico de cómo se están preparando los puertos en materia ambiental
y cómo trabaja el Gobierno para garantizar un entorno sano a los que residen
cerca a los puertos.
Si bien es cierto que dentro de las sociedades portuarias
hay comités encargados de la seguridad física y ambiental de los empleados, es bueno
conocer ¿qué pasa del otro lado del puerto?
Las Colonias es el callejón ubicado al lado de la Sociedad
Portuaria de Cartagena, que en comparación con los otros tres puertos, parce
ser el más preparado del país, sin embargo su trabajo con las comunidades
aledañas en nulo. Así lo indican los mismos moradores que se preocupan por lo
que se les viene con el TLC.
“Esto lo único que nos ha traído a nosotros es
intranquilidad, perjuicios tanto físicos como mentales, ya en Las Colonias uno
no puede ni dormir en paz”, de esta forma cuenta Cesar González Julio,
habitante de Las Colonias, el tormento
que vive junto a sus vecinos desde la ampliación del puerto de Cartagena.
Los residentes de Las Colonias no han recibido una charla o
capacitación que les avise de lo que significará para ellos como vecinos del
puerto la entrada en vigencia del TLC con EE.UU., sin embargo algo que tiene
claro es que de ahora en adelante se tendrá que gritar más. “Sí, aquí todo es a
los gritos” por que el estridente sonido de las grúas pórtico no dejan otra
forma de comunicación.
Las casas agrietadas, la falta de empleo y las afectaciones
en materia de salud que les genera a sus vecinos el Puerto de Cartagena, parce
contradictorio a lo que se esperaría si se tiene en cuenta la responsabilidad
social de este “vecino gigante”.
Pero lo peor es la ausencia de intervención del Estado que
en más de una oportunidad ha sido alertado de esta situación ante lo que no se
han tomado medidas encaminadas a una solución contundente.
Para los próximos meses lo que esperan es lo peor, “si antes
del TLC ya veníamos sufriendo, ahora será pero, tocará hacer como los otros,
mudarse de aquí”, asegura otro vecino de Las Colonias.
Lo normal sería un panorama de generación de emplea,
inclusión a la empresa y concientización ambiental, pero en Cartagena sucede lo
contrario y el escenario que se vislumbra en Las Colonias es un paisaje para
saber qué tan preparados están los puertos de la Colombia en materia ambiental,
para vivir el TLC que ya lleva 100 días, en los que el Gobierno se ufana de
avances en exportación y generación de empleos, pero en materia ambiental todo
el mundo se queda callado.
Los únicos que no guardan silencio son los vecinos del
puerto de Cartagena, quienes ya han afinado su voz para gritar más fuerte que
las grúas pórtico que cada día dejan a más personas sufriendo de sordera.